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Los contratos de subrogación son contratos de esclavitud.

Por Ana Trejo Pulido, creadora de Stop Vientres de Alquiler


En mayo de 2020 el Defensor del Menor de Ucrania, Микола Кулеба (Nikolái Kuleba) publicó en su cuenta de Facebook un contrato tipo de maternidad subrogada ucraniano denunciando la grave vulneración de derechos humanos a los que se somete a la mujer, quien a todos los efectos vive esclavizada durante el tiempo que dura el contrato.

En primer lugar toda la información personal, biográfica y médica de la mujer está disponible para los compradores, vulnerándose el principio de intimidad y confidencialidad, sin embargo, la madre de alquiler puede que no conozca a los compradores, o conozca pocos detalles sobre ellos.
La mujer no podrá fumar, beber alcohol, mantener relaciones sexuales, tomar medicamentos por su cuenta, viajar o mudarse de domicilio sin permiso, teñirse el pelo, exponerse a productos químicos como insecticidas o productos de limpieza, utilizar ciertas cremas y productos cosméticos, convivir con gatos o bañarse en piscinas y tomar el sol, a no ser que el médico lo aconseje.
La mujer está obligada seguir todo el tratamiento e indicaciones médicas, a comunicarse con la agencia semanalmente dando cuenta del desarrollo del embarazo y de su estado de ánimo. Está obligada a reunirse con los compradores cuando lo ordene la agencia. Está obligada a entregar el bebé a la matrona justo después del parto y a no retrasarse en firmar los papeles que culminan la transferencia. Tiene prohibido ponerse en contacto con los compradores en un futuro y buscar información de los mismos en redes sociales, así mismo, tiene prohibido hacer públicas las condiciones del contrato. Todos los incumplimientos conllevan sanciones económicas que difícilmente podrán asumir estas mujeres.
Estas mujeres tienen pocas posibilidades de revocar el contrato en el caso de que no quieran continuar adelante con el proceso, bien quedándose con el bebé, lo cual está prohibido por la ley de subrogación ucraniana; o abortando al feto, ya que difícilmente podrían hacer frente al pago de las indemnizaciones que alcanzan el 200 por ciento de los pagos recibidos.
Semejante control sobre la vida de una persona no se había visto desde la esclavitud. Y este control se extiende también a una hipotética situación de muerte de la madre sustituta durante el embarazo, ya que los contratos, como informa Jennifer Lahl, incorporan una cláusula sobre la toma de decisiones al final de la vida que le corresponde por contrato a los compradores, quienes en el caso de que la mujer ente en coma en su segundo o tercer mes de embarazo, podrán mantenerla con vida mediante soporte vital durante el tiempo necesario para lograr la viabilidad del feto. Esto es absolutamente tremendo.
La privación de libertad de la madre y el acceso restringido a la familia durante todo o parte del embarazo, es otra de las condiciones impuestas en los contratos para controlar el embarazo.
En Ucrania, por regla general, a partir del séptimo mes, las madres de alquiler se trasladan a apartamentos alquilados por las agencias hasta el momento del parto y viven alejadas de sus propios hijos estos últimos meses del embarazo.
Por contrato, a las madres sustitutas ucranianas se les prohíbe cuidar de sus propios hijos e hijas si estos contraen una enfermedad infecciosa, como otitis.
Finalmente, el contrato no suele proteger a la mujer contra los daños resultantes del embarazo y el parto, o contempla indemnizaciones ridículas.
Y en cualquier caso, no hay indemnización suficiente que compense la pérdida del útero, problemas psicológicos de por vida, o incluso la muerte, todos ellos riesgos posibles derivados de los contratos de subrogación.

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Link: Contrato de maternidad subrogada ucraniano

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