Dosier: NO es una Técnica, es explotación reproductiva

Por Ana Trejo Pulido de Stop Vientres de Alquiler.

Publicado 20 de octubre 2017, actualizado septiembre 2020


 

No es una técnica, no:

La maternidad subrogada NO es una técnica para tener bebés, es un procedimiento mediante el cual se explota reproductivamente a una mujer para apropiarse de su criatura y representa un ataque brutal a nuestra soberanía sexual y reproductiva.

Uno de los deseos más profundos del patriarcado es apropiarse de la capacidad reproductiva de las mujeres. Disfrazar esa apropiación y explotación de nuestra capacidad reproductiva de «técnica» y por extensión de «progreso» y «liberación» no es más que otra artimaña del patriarcado para tratar de subyugarnos a través de la «supuesta» legitimidad que le confiere a esta modalidad de robo de bebés, el uso de técnicas y procedimientos médicos de reproducción asistida.

Atenea surgiendo de la cabeza de Zeus. Ánfora de figuras negras (siglo V a. C.). Atenea nace ya crecida y armada. La mujer al lado puede ser Hera o Metis.

Por otro lado, la ciencia, el progreso, lo técnico y la tecnología han pertenecido históricamente al dominio de lo masculino, por lo que pensar el embarazo como técnica, lo desplaza desde lo natural y biológico, ámbito asignando por el patriarcado a las mujeres sobre la base de nuestro sexo; al dominio del hombre, todopoderoso y creador de prole sin mujer, como Zeus. Pero esto, aunque se empeñen, aún no es posible.

El control de nuestra capacidad reproductiva, de nuestra sexualidad ha sido el elemento fundacional del patriarcado que a lo largo de la historia se ha materializado en diversas normas, valores, costumbres, y/o políticas destinadas a someternos, desde lo cultural a lo material, a través de la expropiación de la autonomía y soberanía sobre nuestros propios cuerpos y procesos (menstruación, embarazos, lactancia, menopausia, deseo erótico, placer etc.).

El embarazo es la capacidad, exclusiva de las mujeres, de crear a otro ser humano. Pero es mucho más que eso, el embarazo es un proceso biológico muy complejo que tiene lugar en un contexto social y cultural determinado y que produce cambios físicos y emocionales. La madre es el primer hábitat de la criatura. El vínculo que se desarrolla entre la madre y su futuro hijo es el primero que establecemos los seres humanos.

Para que una mujer geste y de a luz un bebé a partir de un embrión ajeno es necesario utilizar técnicas de reproducción asistida, pero esto obviamente no convierte estos embarazos en una técnica, ni a la mujer en una incubadora, ni al bebé en un ser ajeno de su madre, aunque esto sea precisamente lo que nos quieren vender  las clínicas de fertilidad, las agencias y los compradores de bebés, para el caso de la subrogación.

Es pura violencia contra las mujeres y los bebés:

¿Cómo puede ser que haya personas, incluso mujeres, que no alcancen a ver la violencia que implica el alquiler de vientres para las madres y sus bebés?

Parte de la respuesta está en el analfabetismo maternal existente, en la ignorancia sobre la importancia que tiene en nuestras vidas y como sociedad las condiciones sociales, culturales y materiales en las que las mujeres gestamos, parimos, amamantamos y nos vinculamos con nuestras criaturas. Hay personas que piensan que un embarazo, no es nada. Que la violencia obstétrica no existe y que las prácticas que la conforman son una parte normal del embarazo y el parto.

Como sociedad, no somos aún conscientes de que tenemos derecho a embarazos, partos y nacimientos respetados, por lo que en este contexto, es fácil que se asuma como aceptable las condiciones que rodean la práctica de los vientres de alquiler, que es pura violencia y enajenación de nuestra capacidad reproductiva.

Vivimos en sociedades altamente medicalizadas y tecnificadas y todo lo que tiene que ver con la salud materna no ha sido ajeno a este proceso. En el contexto de un sistema médico, patriarcal y misógino que concibe el embarazo y el parto como un proceso en cadena, nuestros embarazos y partos dejan de pertenecernos totalmente y más aún cuando se trata de embarazos conseguidos mediante tratamientos de fertilidad, donde parece que quien gesta y pare es el ginecólogo.

Mientras en todo el mundo mueren diariamente unas 830 mujeres por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto, especialmente en los países más empobrecidos del planeta; en los países denominados ricos, las mujeres hemos de hacer frente a los peligros de la tecnificación y medicalización del embarazo y el parto que se manifiestan en la violencia obstétrica.

La violencia obstétrica es una violencia socialmente ignorada, silenciada e invisibilizada que se asienta en la expropiación de nuestros embarazos y partos. Si a esto le añades la expropiación del bebé, tenemos el alquiler de mujeres con fines reproductivos.

La violencia obstétrica es una violencia que gran parte de la clase médica niega, la mayoría de los hombres desconoce y que en muchos casos las propias mujeres no reconocemos como tal, por lo que en este contexto, es fácil que algunas personas asuman como aceptable el alquiler de vientres que sería una de las máximas expresiones de violencia obstétrica por la propia naturaleza contractual y médica de la práctica y a la que habría que sumar la violencia que se ejerce sobre el bebé.

Nombrando correctamente:

No queremos usar los conceptos de quien nos explota y oprime. Los conceptos de maternidad subrogada, después gestación subrogada, gestación por sustitución, subrogación….etc no pueden maquillar la realidad. Tenemos la fuerza de las palabras para describir, analizar y erradicar esta práctica aberrante.

Es muy importante cambiar el lenguaje con respecto a este tema y definir este fenómeno de la subrogación como lo que realmente es: explotación reproductiva de mujeres y mercado de bebés, a la carta y con control de calidad).

Por lo tanto, si hablamos de explotación reproductiva:

  • No deberíamos hablar de «padres/madres comitentes o intencionales», sino de COMPRABEBÉS.
  • No deberíamos hablar de «gestantes» o «gestantes subrogadas», sino de MADRES EXPLOTADAS que pierden a sus CRIATURAS, bebés comprados.

Como bien explica Yolanda Rodríguez Villegas, hablamos de EXPLOTACIÓN:

«porque las condiciones en las que las mujeres “subrogan” su capacidad reproductiva (…) tienen que ver con la necesidad, la precariedad, la feminización de la pobreza, la falta de oportunidades, la violencia….y ¿qué es lo que tenemos en común la mayoría de las mujeres: esa capacidad reproductiva, entonces, qué es lo que podemos subrogar, alquilar, vender, si no tenemos otras opciones, no ya para sobrevivir, sino para vivir dignamente? Pues nuestro cuerpo (explotación sexual y explotación reproductiva)».

Kajsa Ekis Ekman señala que «no hay nada progresista, ni posmoderno en esta práctica».  Así es, no hablamos de nuevas formas de familia, la única novedad en esta nueva versión del robo de bebés es que ahora se utilizan la tecnología reproductiva e Internet, como explico en este artículo para desarrollar un negocio que se sustenta en la explotación reproductiva de las mujeres más vulnerables y cuyo objetivo es la venta de bebés a nivel global.

Fuentes:

  1. ¿Por qué lo llaman altruismo cuando se trata de explotación?
  2. Cristiano Ronaldo, la mujer no es una fábrica
  3. Enfoque basado en los derechos humanos del maltrato y la violencia contra la mujer en los servicios de salud rep{«type»:»block»,»srcClientIds»:[«b6fb06ce-2447-4f3a-8c2b-a97a89f7bfad»],»srcRootClientId»:»»}roductiva, con especial hincapié en la atención del parto y la violencia obstétrica. OMS
  4. Maternidad subrogada: explotación de mujeres con fines reproductivos